Pedagogía criminológica
La escuela como ente socializador sienta las bases del desarrollo psíquico del sujeto conjuntamente con la familia, que como aparatos ideológicos del Estado, están siendo rebasados por el fenómeno criminal que existe a nivel global. Es así como la pedagogía criminológica surge de la necesidad de una intervención temprana de prevención de conductas antisociales, que mediante un fundamento ecléctico-filosófico y teórico-científico, sienta las bases para su desarrollo y consecuente aplicación, mediante el desarrollo de estrategias contextualizadas a cada entorno y necesidades propias.
La pedagogía criminológica puede ser aplicada como parte curricular por los educadores que se encuentran “frente a grupo”, pero también mediante intervención especializada de psicopedagogos, a fin de contener, controlar y sanar conductas disociales en el niño, que de manera importante desembocan en conductas antisociales en la adolescencia y la adultez. Desde su génesis la pedagogía criminológica está dirigida a ambientes escolarizados, sin embargo, puede ser adaptada en casos especiales; la prevención en este sentido no se debe limitar a determinados tópicos formales. El sistema educativo deberá evolucionar para afrontar los retos que implica la proliferación de conductas antisociales, cada vez más generalizadas.
El bienestar individual depende en gran medida de la colectividad social, de ahí que la pedagogía criminológica deberá propiciar en el sujeto la conciencia de que al afectar su entorno, esto también le afecta a él mismo, por lo tanto su educación deberá situarse en la realidad en la que vive, generándole paz interior y auto confianza; mismas que dependen en gran medida de la actitud intelectual y emocional con la que afronte los problemas cotidianos.
Marlen Salinas Bautista
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